¡GRACIAS!
Valor, lema, ¿por qué ahora?
El agradecimiento o gratitud supone saber reconocer lo que los demás hacen por nosotros y apreciar lo que tenemos. Es, por lo tanto, un sentimiento de aprecio por lo que los demás hacen en nuestro favor. Puede ser un bien recibido, espiritual o material, intangible o tangible. Conlleva una especie de deuda con quien nos hace el bien. Deuda que eleva la estima por quien nos hace el bien, abriéndose a la posibilidad de corresponder con palabras, gestos y acciones concretas.
El sentimiento de gratitud no es una emoción más. Es una fortaleza de la persona que tiene un sistema de valores éticos, con los conceptos de dar y recibir resueltos, y además cuenta con una visión de la vida no centrada en sí mismo. Por eso, no todos pueden experimentar el agradecimiento.
El agradecimiento brota a partir de la convicción de que los seres humanos somos incompletos y que, por lo tanto, nos hemos de ayudar unos a otros. Frente a la competencia o confrontación se desarrolla la cooperación.
La gratitud es un bien social muy estimado. Pone en evidencia valores que son afines: reconocimiento del otro, la reciprocidad de los dones, la fidelidad, la lealtad y la amistad. Por esto la gratitud es fundamental para vivir y sobrevivir a nivel emocional en nuestro entorno y en las relaciones entre las personas que persiguen construir una sociedad solidaria. Las personas agradecidas, por lo general, no son resentidas ni envidiosas y sienten gratitud, precisamente porque se fijan en lo mejor de los demás y lo recuerdan. Quienes albergan el agradecimiento suelen ser más generosos. Reconocen la ayuda, la aceptan, la aprecian, la acogen y, a su vez, se prestan a darla a los demás.
Las personas agradecidas se centran en lo bueno. Se focalizan, priorizan y ponen su atención en lo que sí tienen y no en lo que les falta. Sienten gratitud por los detalles positivos y la expresan correctamente. Lo que hace que se sientan más felices y contagien felicidad. No es de extrañar, puesto que la gratitud está vinculada con el bienestar y quienes la poseen suelen ser optimistas y alejan de sí la ira.
La gratitud conlleva beneficios para la persona que van desde la resistencia emocional, la salud física, ventajas profesionales y mayor empatía. En los diversos estudios habidos se enumeran muchas ventajas, de las que extraemos algunas:
- Ayuda a disminuir el estrés, la depresión, la ansiedad.
- Mejora la resiliencia.
- Aprende de los fracasos y ayuda a superarlos.
- Aumenta la sensación de bienestar.
- Mejora las relaciones sociales al signo de reconocimiento del otro y su influencia positiva en nuestra vida.
- Fortalece la autoestima e impulsa a seguir siendo generoso y amable.
- Nos mantiene presentes en el “aquí y ahora”.
- Evita que nos lamentemos de continuo por cosas pasadas. Evita la “ruminación”.
- Disminuye la amargura, el apego y la rabia.
Concluimos este apartado con el dicho de Cicerón: “La gratitud no sólo es la más grande de las virtudes, sino que engendra todas las demás”.
Algunos de los objetivos que nos proponemos desde la perspectiva de la acogida y aceptación son:
OBJETIVOS PARA LAS ALUMNAS Y ALUMNOS
En la educación de nuestros niños, niñas y jóvenes, el AGRADECIMIENTO es un estilo, una actitud que quiere ser camino por donde transite la vida y modo que les ayude a salir de sí mismos y ser gestores de una sociedad más humana, más justa, más solidaria y más fraterna. |
1. Contagiar el agradecimiento. Vivir dando gracias supone sembrar ilusión, actitudes positivas y esperanza.
2. Vivir desde el agradecimiento que anida en el corazón, también en los contratiempos, las dificultades, e incluso, en el sufrimiento.
OBJETIVOS PARA EL PROFESORADO, PAS, MONITORES Y ENTRENADORES
Para educar en el AGRADECIMIENTO lo primero y más importante es vivirlo. Ser ejemplo es la mejor forma de vivir este valor. Territorios que nos ayudan a potenciar la alegría serán: la interioridad, la responsabilidad, la ilusión, los proyectos comunes, los sueños, la sonrisa, la amistad, la ayuda, la solidaridad, la fraternidad, la fe. |
1. Ser ejemplos de estar agradecidos, de dar las gracias. Nuestro claustro (equipo de monitores, entrenadores…) tiene que vivir el agradecimiento y manifestarlo a través de la palabra sincera, de sembrar ilusión, actitudes y miradas positivas y esperanza…
2. Desarrollar nuestra tarea educativa y evangelizadora con actitudes de acción de gracias, asumiendo la gran responsabilidad que tenemos de educar a niñas, niños y jóvenes con nuestro propio ejemplo.
OBJETIVOS PARA LAS FAMILIAS
La familia es la primera y gran educadora. Constituye el ambiente más significativo para el desarrollo y crecimiento de los hijos e hijas, en donde se adquieren valores, normas, actitudes, conocimientos en las relaciones interpersonales, se aprende a tener confianza en sí mismos y a sentirse queridos y valorados. Para educar en el AGRADECIMIENTO lo primero y más importante es vivirlo. Ser ejemplo es la mejor forma de vivir este valor. |
1. Presentar el lema a las familias al comienzo de curso y sugerir pistas para concretar este valor en la vida diaria familiar. El agradecimiento es algo que se contagia.
2. Fortalecer el sentimiento de pertenencia de las familias a la obra educativa, en la cual, sus hijos e hijas se educan y de este modo participar en la vida colegial sintiéndose responsables de lo que acontece.
OBJETIVOS PARA LAS COMUNIDADES LASALIANAS
Para educar en el AGRADECIMIENTO lo primero y más importante es vivirlo. Los lasalianos y lasalianas, desde la cercanía, o de tareas de acompañamiento y servicio tienen la oportunidad de contagiar. Contagiar “el dar las gracias” es un estilo de vivir y de mirar lo que nos rodea. Fieles a San Juan Bautista de La Salle, los lasalianos y lasalianas están atentos a las necesidades reales de los niños, niñas y jóvenes, de los propios educadores y educadoras (profesorado, PAS, monitores entrenadores…) y de las familias realizando la misión evangelizadora por medio de la educación. |
1. Ser lasalianos agradecidos por la opción de vida que han elegido y que se manifiesta en la acogida, la cercanía y la ilusión de vivir en “actitud de acción de gracias”.
2. Abrir nuestras comunidades lasalianas a los otros educadores y a los alumnos y familias de nuestras obras y participar como comunidad en celebraciones y tareas que nos ofrecen desde las presencias educativas.