Maestro, compañero, amigo · Gracias, Graciano
- Categorías Actualidad, Colegio
- Fecha junio 8, 2020
¡Una suerte! ¡Un regalo!
Marco Diéguez
Era el año 1982 cuando coincidimos por primera vez en una clase, mi profesor de matemáticas y tutor en 6º de E. G. B. Tuve la grandísima suerte de ser alumno tuyo durante 3 años y comprobar tu vocación, tu dedicación y tu entrega a la tarea docente. Siempre preocupado porque tus alumnos entendiéramos aquello que explicabas; buscando siempre momentos, dentro o fuera del horario escolar, para aclarar aquellas cuestiones que no habían quedado suficientemente claras. También recuerdo aquellos partidos de fútbol en el patio del colegio con los internos y con todo aquel que se animaba a jugar.
Diez años después, en el año 1992, nos volvemos a encontrar dentro de una clase, ahora como mi tutor de prácticas, mientras cursaba el tercero año de magisterio. Gracias a esa oportunidad, pude disfrutar una maravillosa experiencia en la que descubrí mi vocación docente; viendo tu forma de enseñar, tu cercanía y tu preocupación por los alumnos. Me encantó esa ilusión y ese estilo tan personal que ponías en el que hacías.
A partir del año 1993, ya como compañero tuyo después de empezar a trabajar en el colegio, pude comprobar que ese talante iba más allá de tu manera de ser cómo educador y que caracterizaba también tu manera de ser como persona. Desde ese momento, hasta hoy y por siempre jamás; puedo considerarte compañero, modelo a seguir y amigo, con el que seguir haciendo camino.
Dedicación, esmero, responsabilidad, entrega, discreción, cercanía, paciencia, cariño, preocupación, ilusión… Todas estas palabras te definen, pero cuantas más se podrían añadir. Estoy seguro que esta no es solo mi opinión, sino la de cientos de alumnos, cientos de familias, cientos de educadores y amigos que compartimos nuestra vida contigo y nos sentimos orgullosos de tener esta oportunidad. En Santiago, decir La Salle es decir Graciano y decir Graciano, es decir La Salle.
Después de más de 40 años de dedicación y entrega a La Salle, te jubilas. Te jubilas de una tarea docente que siempre llevarás dentro. Nunca te jubilarás como compañero y amigo, porque siempre formarás parte de nosotros, porque como muy bien dice la canción, nuestra canción:
tú me enseñaste a volar,
amigo, hermano, maestro,
algo de tú llevarán,
siempre tendrás un lugar en mi corazón de niño,
compañero de camino, tú me enseñaste a volar.
Esto no es una despedida, no es un punto y final, es un punto y sucesivo porque quiero, queremos, seguir haciendo camino contigo.
¡Una suerte! ¡Un regalo!
Gracias.