Gracias Antonio – Contigo comenzó todo hace 35 anos
- Categorías Actualidad, Colegio
- Fecha junio 4, 2020
A propósito de la jubilación del profesor Antonio R. Aldemunde
Luís Rilo
Hay hombres que hacen escuela un día y son buenos.
Hay otros que hacen escuela un año y son mejores.
Los hay que hacen escuela muchos años y son muy buenos.
Mas hay los que hacen escuela toda la vida:
esos son los imprescindibles.
(Con la licencia de B. Brecht)
[Luís R., Eidos, marzo 2005]
Personas que hayan completado tantos años ininterrumpidos en la docencia (42) hay pocas; que los hayan cumplido con tanta dedicación menos; pero que los hayan celebrado con tanta dignidad y ninguno reproche, ninguno. Solo por esto, formas parte de los grandes de ese maravilloso mundo de la docencia y como, además, fuiste fiel a la misma institución y al mismo centro deberías estar inmortalizado en alguno de esos pasillos en los que el pasado mes de marzo los alumnos del curso 2019-20 celebraron tu jubilación.
Llegaste cuando yo era alumno, mas llegaste tarde. Ya había tenido que aprobar las Matemáticas de 2º de BUP con métodos dudosos y la necesidad de mantener la beca me obligó a ir por Letras. Ya de aquella supe que tu incorporación junto con el profesor Rama iba a marcar un antes y un después de la docencia de las Matemáticas en el Colegio La Salle.
Nos volvimos a reencontrar de manera habitual en febrero de 1985 cuando me incorporé como docente siendo un imberbe. Mi obligada madurez me llevó a unirme a los veteranos y al grupo del sofá de las 3 de la vieja sala de profesores. Allí recibí cátedra de todos. De los ya difuntos Loló del Río, Álvarez, Baña, Redondo; de los ya jubilados Lobeto, Carlos Martíns, Moncho Reboiras, Esteban, Costoyas, Duyos, Cándido... Como no, también de Luisa, Tere, Elisa, Bety, Carmiña, Nina, Pily, Ana... Y de alguno más que me dejaré en la memoria.
En los 35 años que nos trajeron hasta aquí compartí contigo la docencia, mis vacaciones, nuestras aficiones comunes por el deporte, la música... Repasaré por lo tanto, por décadas, dadas las limitaciones de espacio, este recorrido y a través de las imágenes que conservo. Estás y casi todas.
En los 80 me llevaste a la sala de informática (nueva de estreno) en la que Rama, tú y el H. Aquilino nos ocupamos tantas tardes en los “detalles”. Allí nació la base de datos de mi biblioteca (ahora reconvertida con el dBASE) a través de la programación en Basic o Cobol y en las impresoras matriciales.
En los 90 fuimos habituales en todas las pachangas padres-profesores de fútbol primero y después de fútbol-sala en el nuevo pabellón. También compartimos equipo en la liga de veteranos aunque los dos chupamos mucho banco en el frío y en la humedad del viejo pabellón del Sar. No logré llevarte conmigo a la creación del equipo sénior de baloncesto, mas alguna canasta sí anotaste. Fuiste equipo directivo y yo cronista oficial, además de compositor de discursos.
En el nuevo milenio nos aventuramos en aquel paseo por la historia de la música gallega que tan gratificante nos resultó y creamos Maiolongo. Fueron dos años maravillosos. Más lo fue aun reencontrar la parte de Maiolongo en aquel sorpresivo 2013 en el que yo cumplí 50 y tu me engañaste vilmente pidiéndome el bothram para el Festival del Sar.
El años 10 trajeron el proyecto más bonito que yo vine a nacer en el Colegio, el Grupo de senderismo La Salle en el que empeñaste fines de semana, mes tras mes y año tras año para mantenerlo vivo. Aunque yo (nosotros se sumo a Vibel) nos incorporamos más tarde (2012), te puedo decir que hay un antes y un después en nuestras vidas. Pro fin, pude imitar a Domingo Fontán.
Y así llegamos a marzo de 2020, yo hice 35 años, perdí toda esperanza (prejubilación, reducción horaria...) y tú completaste el ciclo. El último de todos aquellos con los que yo comencé, el último a quien recurrí y gracias a quien me mantuve fiel a mi nivel de exigencia y a mis creencias. El último de los que en su momento en los autodenominamos “jornaleros de la tiza”. En Primaria siguen con la misma faena Pico, Xaime, Carmela, Carlos, Dino..
Y aquí me tienes, triste y solo como Fonseca, echándote de menos y “lamentando” que no pudieras descubrir este fantástico mundo de la teledocencia por una semana. Pagaría por seguir tus videoconferencias!
¡Sabes que me mantiene en pie! Saber que al camino comenzado en 2010 aún le quedan muchas etapas, que podremos andarlas juntos, tú con tu jubileo y yo esperando... Además, como detrás de todo gran profesor siempre hay una gran mujer, ahí estarán María José y Vibel para acompañarnos y todos los que quieran seguir haciendo camino.
¡Resistiremos!